Lawrence K. Frank definió la piel como la "envoltura que contiene el organismo humano”.
Es el mayor órgano del cuerpo humano por su extensión.
Representa el 18% de su peso.
Es la frontera con el mundo exterior, define el límite de nuestro cuerpo.
A través de la piel estamos en contacto constante con el mundo exterior.
Nos comunica y también nos protege.
Por sus capilares recibimos estímulos de lo que sucede en nuestro entorno.
Nos protege del calor, frío, dolor, radiaciones, agentes mecánicos e invasión de sustancias externas.
Tiene un importante papel en el mantenimiento de la temperatura corporal por medio de la acción de las glándulas sudoríparas y de los capilares sanguíneos.
La piel es sensible a la temperatura, a la presión y al dolor.
Su textura se asocia con la humedad, una piel hidratada tiene una textura suave mientras la piel seca es áspera.
Posee zonas erógenas, zonas cosquillosas y otros lugares callosos que son menos sensibles.
En determinadas regiones del cuerpo las capas más externas de la piel se modifican para formar el pelo y las uñas.
En la piel se encuentra el sentido del tacto que nos permite establecer contacto corporal con un otro.
El contacto con las personas más significativas en las etapas tempranas de nuestra vida deja marcas indelebles en nuestro cuerpo que se relacionan con las dificultades de comunicación corporal en nuestra vida adulta.
Los primeros contactos corporales de la madre con el niño son determinantes para la integridad corporal y psíquica de éste.
La estimulación de la piel activa funciones fisiológicas fundamentales para la vida, el lameteo de los mamíferos con sus crías activa el funcionamiento de sus órganos.
El contacto corporal activa capacidades cognitivas como se ha demostrado con animales.
Para René Spitz el contacto corporal con la madre es más importante incluso que la
alimentación.
En los adultos, la pobreza sensorial disminuye la actividad del cerebro produciendo perturbaciones en el pensamiento y en la conducta.
El contacto físico es una necesidad biológica en todas las edades Didier Anzieu con su teoría del yo-piel le da a ésta última una importancia fundamental ya que considera que proporciona al aparato psíquico las representaciones constitutivas del Yo y de sus principales funciones.
El desarrollo de la sexualidad se basa en la estructura construida por el contacto corporal de los primeros años. El cuerpo aprende a obtener placer y a responder a los estímulos.
El “tocarse” se relaciona con un contexto variable, es diferente si éste es social, familiar o laboral. Puede ser romántico o amistoso.
Puede sugerir afecto, interés sexual, dominio o agresión.
Cuando alguien toca a otra persona de manera aceptable de acuerdo al contexto en el que se hallan, la reacción es habitualmente positiva.
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