domingo, 26 de junio de 2011

Familia


Hasta no hace mucho tiempo la familia nuclear era vista como la familia ideal,
formada por un matrimonio monogámico heterosexual que convive con sus hijos, con un papá que trabaja fuera de la casa y una mamá que se ocupa de las tareas domésticas y de la atención de los chicos. 

Si revisamos los libros con los que aprendían a leer los chicos en la década del 60 y todavía en los 70, nos vamos a encontrar con oraciones como “Mamá amasa la masa” mientras “Papá fuma su pipa”.

Esta imagen de familia, a la que se le quiso dar el carácter de “normal” y a la que se identificó como “natural” -como si estuviera relacionada con procesos biológicos-, trató de ocultar otras formas de convivencia y otras sexualidades, además de enmascarar su estructura patriarcal, ya que era en el “jefe de familia” en quien se concentraba el poder.

La familia es una institución social, que ha sufrido grandes transformaciones a lo largo de la historia.

La expresión “familia nuclear” data de 1947, aunque ya existía desde antes como conformación.

Su origen se remonta a la Revolución Industrial, durante la cual la población campesina -que convivía en familias extensas-, emigró hacia las ciudades.
 
En el ámbito urbano hay dos esferas sociales bien diferenciadas, una es la  del trabajo y la otra corresponde a la casa y la familia.

Hoy en día se dan multiplicidad de formas de familia y de convivencia.
Por ejemplo las familias ensambladas que son muy comunes y  aceptadas socialmente.

Desde el año pasado rige en nuestro país la ley de matrimonio igualitario que legitima a las parejas homosexuales.

Día a día crecen los hogares monoparentales, ya que la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral ha ayudado a socavar los fundamentos de la familia patriarcal.

Hay parejas sin convivencia -cama afuera-, parejas desparejas que se dan dentro de una  variada multiplicidad de formas de convivencia y organización familiar.

No hay que olvidar la importancia de las técnicas de fertilización asistida, que no sólo inciden sobre la fertilidad sino que además nos permiten pensar la concepción independientemente de la actividad sexual y de la pareja heterosexual.

“Familia” es una palabra que deriva del latín “famulus” que significa esclavo y se refiere a un grupo de siervos o esclavos, patrimonio del jefe de la gens.

Maurizio Andolfi la define así:

Familia: sistema activo en transformación constante, dicho de otro modo: un organismo complejo que se modifica en el tiempo a fin de asegurar continuidad y crecimiento psicosocial a sus miembros. Este proceso doble de continuidad y crecimiento permite que la familia se desarrolle como un “conjunto” y al propio tiempo asegura la diferenciación de sus miembros.

La necesidad de diferenciación, entendida como necesidad de expresión del sí-mismo, de cada quien, se integra entonces con la necesidad de cohesión y de mantenimiento de la unidad del grupo en el tiempo. De esta manera se hace posible que el individuo, con la seguridad de su pertenencia a un grupo familiar suficientemente cohesionado, se diferencie poco a poco en su sí-mismo individual; en este proceso se volverá cada vez menos esencial para el funcionamiento de su sistema familiar de origen, hasta que al fin se separe de éste y pueda constituir a su vez, con funciones diferentes, un sistema nuevo.

César Merea dice que la familia, en su carácter de espacio mental y psíquico, tiene una gran importancia como factor de organización de tres fuerzas fundamentales que nos determinan como humanos: nuestros instintos, las identificaciones que estructuran nuestro yo, y el modo de procesar las situaciones traumáticas. Y añade que la familia también determina el modo en el que cada sujeto sale de ella y cómo ingresa en la vida social.
 
Son complejos movimientos que se dan  entre sujeto, familia y sociedad.

Es una dinámica circular que constituyendo al sujeto constituye a la cultura que a su vez constituirá al sujeto.

Hay un intercambio permanente entre el individuo y la sociedad.

No quiero dejar de nombrar una cuestión paradojal con respecto al espacio familiar, ya que es al mismo tiempo un lugar de afecto e intimidad pero también  puede ser un escenario de violencia.

Elizabeth Jelin dice que de un cuarto a un tercio de los homicidios son asesinatos domésticos. La violencia sexual también es más frecuente dentro del grupo familiar.

Hay que leerlo desde una perspectiva de género, ya que la mayoría de las víctimas son mujeres y  se da en  familias patriarcales clásicas, en las que el hombre es el que detenta el poder, y en las que la violencia doméstica se vive muchas veces como algo natural.

Cuando escucho hablar de la crisis de la familia, me pregunto de cuál familia se está hablando, ya que, como vimos, no existe una única. Al igual que toda institución social está en permanente proceso de cambio y transformación.

La individuación característica de las sociedades modernas ha producido cambios en la familia tradicional que han incrementado la tensión entre lo individual y la necesidad de pertenencia grupal.

Para alcanzar una situación de bienestar el individuo necesita integrarse en grupos que lo contengan y le confieran identidad.
 
Por eso es necesario promover espacios comunitarios de contención, solidaridad, participación y reconocimiento social cuando los vínculos familiares no cumplen con estas funciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario